viernes, 4 de julio de 2008

La iluminación y las sensaciones


Cambiando la iluminación podemos cambiar el ambiente y estos significa despertar emociones y sensaciones muy diferentes. El ejemplo más patente de ello es el teatro o el cine, donde la felicidad o la tragedia, el suspense o la calma, van acompañados de efectos de luz muy especiales. Lo mismo ocurre en la vida cotidiana. La iluminación nos acompaña y guía nuestras sensaciones en todos los entornos: a todos nos gusta sentirnos como en casa cuando acudimos a un restaurante (en la imagen, el restaurante Nhube de Ferrán Adrià, iluminado por Lámparas Oliva) o a un hotel; en una tienda es necesario dirigir la atención de los clientes hacia determinados artículos o rincones; en una oficina se ha de trabajar con tranquilidad y eficacia con una iluminación que facilite la concentración; y, finalmente, en casa nos gusta sentirnos seguros y confortables.
En términos técnicos, crear estas sensaciones implica realizar un análisis previo de la habitación y de los trabajos que en ella se han desarrollar, seguido de la elección del tipo de luz y de las luminarias adecuadas. A continuación, la luz se ubica en el lugar elegido y de la forma correcta para conseguir los efectos deseados.

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