¡Atención arquitectos y diseñadores! Vamos a lanzar unas pistas sobre cómo debe realizarse la planificación de una instalación de luz, una gran laguna en nuestras escuelas profesionales.
La planificación debe combinar los aspectos subjetivos (la atmósfera que se desea crear) con los objetivos (derivados de la seguridad básicamente aunque también de cuestiones como la luz natural). Una vez determinados ambos, se da paso a la planificación que pone a prueba la viabilidad de la idea original y la manera de realizarla.
El punto de partida al trazar un plan es estudiar la luz natural disponible. Un buen diseño debe tener muy en cuenta la luz natural, -que hay que aprovechar al máximo, entre otras cosas por una cuestión de coste-, pero a la que, en ocasiones, es necesario matizar con persianas o cortinas. Lo siguiente es analizar el espacio interior -sus dimensiones, sus formas…-, las superficies y sus reflejos, y el contenido de las mismas: todo es importante porque la iluminación sirve para revalorizar el conjunto con un sútil juego de luces y sombras.
A continuación, llega la fase de la elección de las lámparas y aparatos de iluminación; otro aspecto complejo que iremos tratando en nuevas ocasiones.
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