viernes, 8 de octubre de 2010

La segunda vida de los objetos cotidianos

Ingo Maurer es uno de esos diseñadores que han elevado sus creaciones a la categoría de arte. Allí donde otros ven objetos cotidianos o desechos, él observa las posibilidades infinitas de la luz. Sus lámparas, más o además de iluminar, cuentan historias que hablan de la vida del usuario, de sus recuerdos y despiertan sensaciones. Un virtuoso de la descontextualización de objetos, a los que otorga una segunda oportunidad, es un precursor del diseño-arte que tanto se encuentra en las tiendas más à la page como en las galerías de arte.



Ingo Maurer nació en 1932 en la isla de Reichenau en el lago de Constanza y, ha dedicado su vida a buscar la luz en sus más extranas formas. Desde niño le han apasionado los reflejos de la luz en el agua, en los objetos, en cualquier tipo de superficie...y de ello ha hecho la razón de su vida, buscando estos reflejos en todo lo que le rodea. Entre las lámparas que mejor definen su obra se encuentran Campari Light, hecha con botellas Campari; Cannet Light, diseñada con una lata de tomate; o Jimken, que se asemeja a una sencilla bayeta de cocina... La tentación de compararle con Andy Warhol es casi inevitable, comparte con él la alegría de gozar de las cosas más simples sin renunciar por ello a la provocación e incluso a la crítica de una sociedad donde la producción de basura es infinita.


Ahora, las lámparas más emblemáticas de Ingo Maurer se encuentran en Lámparas Oliva que ofrece, así, una ocasión más de gozar del arte de la luz.

4 comentarios:

Fran dijo...

Ingo Maurer es todo un artista. Yo no sé si pondría sus lámparas en casa pero reconozco que es un genio.

Anónimo dijo...

Me encanta Ingo Maurer, es un genio de la iluminación y, como decís en el post, de "lo cotidiano".

Jordi dijo...

Me encantan estas lámparas aunque, sinceramente, no he visto a nadie luciendo una de ellas en el salón ni siquiera en la cocina.

Consultoras dijo...

Hola a todos,
Sí, estas lámparas no dejan a nadie indiferente y nos alegramos de que las opiniones que trasmitís sean tan favorables a ellas. Es cierto, como decís, que hay que ser un poco osado para usarlas, pero ¿no ocurre eso con cualquier elemento que se mantiene en la cuerda floja entre lo utilitario y el arte?